Dependiendo de cómo pensamos es cómo nos vamos a sentir
- Orlando Sánchez Rivera
- Nov 15, 2024
- 3 min read
Esta aseveración parece obvia, pero muchas veces no la tenemos en cuenta a la hora de gestionar las emociones. Hay momentos en que nos sentimos de determinada manera y no sabemos el por qué nos sentimos así. O sentimos cualquier emoción incómoda y no nos damos cuenta de que somos nosotros mismos lo que provocamos ese estado emocional. Primero que nada, hay que entender que nosotros evaluamos nuestro entorno, y de ahí sentimos. Esta evaluación está mediada por la información que tenemos disponible a la hora de ponderar la situación en la que estamos. Mucha de esta información nos la da otra persona o la tenemos en nuestro cerebro, ya sea por el aprendizaje o la adquisición de conocimientos. Entonces, al realizar la evaluación situacional mediada por el recuerdo, o la información obtenida de otro comenzamos a tomar postura y, por consiguiente, a sentir.
Miremos un ejemplo: Hace unos años atrás, mientras estudiaba psicología, tenía un trabajo donde muchas veces tenía que viajar, tanto a diferentes partes de la isla como al exterior. En muchas de esas ocasiones, y debido a la complejidad del trabajo tenía que hospedarme en hoteles. En un viaje de estos me hospedé en un hotel parador en la ciudad de San Germán, al sur oeste de la isla. Cuando llegué al hotel noté que este era un edificio bastante antiguo. Hice el “check in” y me ubicaron en el tercer piso de la hospedería. Subí a la habitación y la exploré. Todo parecía en orden y limpio. Acomodé mis cosas y bajé a turistear por el pueblo, el cual nunca había visitado. Comí en una pizzería cercana y subí al cuarto a dormir en la noche. Tal y como uno duerme cuando se hospeda en un lugar extraño me desperté varias veces en la noche. Cuando llegó la mañana decidí bajar a aprovechar el “desayuno continental” que ofrecía el paquete que se compró a la hora de reservar la habitación. Mientras colocaban el desayuno en las mesas me puse a hablar con la muchacha que estaba en el “front desk”. Hablamos de cosas triviales: del pueblo, de los trabajos, de estudios universitarios, y hasta de la familia. Llegó el momento en que pregunté por la historia del hotel. La chica, que no pasaba de 30 años, me comienza a decir que el hotel era un convento de monjas y un orfanato, y que estaba embrujado. Pensé para mis adentros: “What…?”. La muchacha, como si le hubieran dado cuerda, sigue relatando las apariciones y las experiencias paranormales del hotel, sus huéspedes y sus empleados. Luego, la condená me dice que el sitio de mayor actividad fantasmagórica era el tercer piso. Ahí la interrumpo y le digo: “mira, no me digas eso que yo estoy en el tercer piso.” Ella me responde: “ahh, ¿usted es el que está en ese piso? No hay nadie más que usted allá arriba”. Para hacer el cuento largo corto, comí y subí al tercer piso con la sensación de que me estaban mirando, con los pelos de punta y asustado. Puse mis cosas en la cama, la maleta en el piso, y al igual que como cuando uno cocina y arrastra los vegetales del picador a la hoya, así las eché en la maleta, la cerré y bajé de dos en dos los escalones. Lo que se quedó en el baño, se quedó. Hace el “check out” y prácticamente corrí a mi carro.
La cosa es que, primero, yo no creo en esas cosas, y segundo, muy probablemente la chimuela centellita del hotel solo estaba tratando de utilizar alguna técnica de mercadeo para despertar el interés o alejar huéspedes, o a lo mejor es cierto. Cualquiera que sea sus motivos, hay que puntualizar que el día anterior subí al cuarto, y dormí toda la noche en la habitación. No sentí nada, y no pasó nada, pero tan pronto obtuve nueva información la percepción que tenía cambió. Unos pensamientos llegaron a mi mente e hicieron que sintiera miedo. Una emoción que no había sentido, y ese miedo me hizo sentir cosas.
De esta manera nosotros construimos nuestra realidad, a base de pensamientos. Si pensamos que no podremos hacer algo, pues no podemos. Ahora, si tenemos una mente objetiva y abierta al cambio crearemos una vida más productiva.
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